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La psicología política detrás de las campañas exitosas


Pese a que el término psicología política parece un concepto que lleva más de 100 años, conceptos modernos la ubican como una disciplina derivada de la psicología social; que con la ayuda de otras disciplinas tales como la historia, el derecho, la economía, la sociología, entre otras, logra realizar lecturas políticas que, de la mano de la psicología, entran en el campo de la subjetividad y la intersubjetividad.

 

Angel Rodríguez Kauth,, sostiene que por psicología política se entienden dos entidades conceptuales:

a) La psicología de la política, es decir, el análisis y la comprensión psicológica de las conductas y de los procesos políticos.

b) La política de la psicología, es decir, la psicología entendida como discurso político que legitima o valida un mecanismo de poder por parte de quienes usan a la psicología para ponerla al servicio de intereses políticos o ideológicos.


Ahora bien, Rodríguez Kauth sostiene que Aristóteles, (322 AC),  Maquiavelo (1513), Hobbes (1651), Stuart Mill (1863) y Marx (1847), se preocuparon por conocer cuáles eran las razones que movían a la gente a interesarse por la “res” pública (expresión latina que significa literalmente "cosa pública" o "cosa del pueblo"), a intervenir en política y, fundamentalmente, a comprometerse como en el quehacer político.

 

Para tener una campaña política exitosa, es indispensable comprender el arte de la persuasión, muchos mal entienden este término al relacionarlo erróneamente con mentir.

Siendo realistas, el político electo es quien ha superado esta visión superficial de la persuasión y ha logrado con éxito, vincular dos niveles de realidad, es decir, las interrelaciones podrían darse desde un nivel micro: lo psicológico de las personas; y otro nivel macro: lo político, referido a individuos, grupos, colectivos y sociedad, incluyendo a la sociedad internacional.

 

Las campañas políticas no solo dependen de estrategias publicitarias, sino también de principios psicológicos diseñados para influir en el comportamiento y las emociones de los votantes. Los políticos utilizan herramientas como la teoría de la persuasión, anclaje emocional y marcos cognitivos para presentar mensajes que resuenen en los votantes a nivel subconsciente. Por ejemplo, las campañas exitosas pueden evocar el miedo, la esperanza o el orgullo para movilizar a los electores.


Además, el uso de narrativas personales, símbolos y eslóganes efectivos pueden facilitar que los votantes se identifiquen con el candidato. Este artículo analizará cómo estas tácticas psicológicas son cruciales para las campañas modernas y su capacidad para alterar la percepción pública.


Emoción sobre la Razón 


En política el comportamiento electoral por lo general está cargado de emoción. Por ello la psicología política es una herramienta importante para identificar el origen en la toma de decisiones de un votante y definir que lo lleva a votar, qué aspectos influyen en su voto como la ideología, marketing y el entorno.


Las campañas electorales se libran en el cerebro del votante, según los expertos es lo que se conoce como psicología política.

 

Al estudiar y analizar al electorado, se procede a diseñar mensajes persuasivos, gestionar la percepción pública, tomar decisiones estratégicas, movilizar a la población, resolver conflictos y predecir tendencias, los estrategas políticos pueden adaptar sus enfoques y políticas de manera efectiva.


El psicólogo y consultor político Daniel Eskibel sostiene que la realidad del ciudadano al tomar decisiones políticas, es compleja y resulta de la interacción de muchos factores y en consecuencia, la psicología debe estar presente en la política para transformar las ideas en votos y por ende espacios de poder.


Pese a que la psicología política está presente hace más de 100 años, la mayoría de los dirigentes políticos desconoce su existencia y que en ella pueden estar las respuestas a muchas de las interrogantes que surgen durante una campaña.


La idea central en la que se basa Eskibel es que la clave de la decisión del voto está en el cerebro humano. Y todo lo demás demografía, ideología, plan de gobierno, comunicación, emoción son importantes, pero pasa por el tamiz o filtro de la mente humana.


¿Por qué se elige a un candidato y se descarta a otro? ¿Cuándo se decide a quién votar? ¿Cuánto influyen los medios de comunicación, la publicidad, el entorno personal y las experiencias propias? ¿Se vota a un partido por ideología, por un tema específico o por el candidato?  La clave de aquello que ocurre en el cerebro cuando toma sus decisiones con respecto al voto se encuentra en la psicología política.


Esta disciplina estudia la toma de decisiones políticas y surge en una zona de confluencia entre la psicología y otras ciencias humanas y sociales. Es esencial porque permite entender no sólo la psicología del votante (cuándo, por qué y cómo decide su voto), sino también la del político, y es además una herramienta para mejorar la comunicación y hacer campañas electorales más efectivas.


La psicología política estudia  los procesos mentales del elector y como ciencia que es, experimenta, analiza, investiga, formula hipótesis y obtiene conclusiones. Su aplicación en una campaña trasciende del plano teórico, es decir, de la comprensión de las razones por las que el votante toma una decisión y  al aplicarla sirve para planificar campañas estratégicas con mayor efectividad.


Decisión del voto una lucha sin cuartel


El cerebro humano es el campo de batalla en el que luchan los mensajes de los diferentes candidatos. Es allí donde se consigue la persuasión y donde se produce la decisión de voto. Desconocer, por tanto, cómo funciona el cerebro del votante equivale a cometer errores y a dejar escapar oportunidades.


El cerebro funciona de una manera compleja, los mensajes no llegan directamente a él, sino que atraviesan una triple capa de filtros (medios de comunicación, redes sociales y la experiencia directa, los decodifica en función de sus propios códigos. En base a toda esa información obtenida, el cerebro produce juicios acerca de los políticos. Tras una primera evaluación de la información disponible se produce una decisión política primaria que posteriormente, será corregida o confirmada.


Se trata, por tanto, de un proceso en el que intervienen diferentes factores como son la ideología, ambiente geográfico donde se encuentra el individuo, paisaje de formación, grupo social, etc, pero filtrados por el cerebro del votante y sus dinámicas psicológicas y psicosociales. Se trata, además, de un proceso que no se produce exclusivamente en las campañas electorales, sino que está presente constantemente entre cada periodo de elecciones. Es por eso que contratar a un asesor político no es un hecho aislado para las elecciones, muchos políticos empiezan a medir su popularidad a través de encuestas años antes del proceso electoral y utilizan la psicología política para modificar discursos o banderas de lucha, siempre buscando como fin el ser electos.


Percepción y realidad, son dos conceptos distintos. La percepción es una forma de representar la realidad, y depende de las capacidades, perceptivas, personalidad, ideas, situaciones y emociones que esté viviendo un individuo en un momento determinado. Por tanto, no percibimos los hechos propiamente dichos, sino versiones de ellos.


En política, lo que impulsa las opiniones y las decisiones de los ciudadanos no es la realidad misma, sino la percepción que se ha formado de ella. Por tanto, lo que más importa es la percepción, y es ahí donde debe actuar la comunicación política de los partidos y no sólo en período electoral.


La percepción de un hecho no es siempre la misma. El cerebro guarda las percepciones, pero lo que archiva es una versión editada de las mismas, de tal manera que tiempo después recuerda el hecho por primera vez, lo que trae a su mente, es la versión editada de la percepción.


Tras este razonamiento, cabe afirmar que la memoria política también es una recreación, y parte de la acción política debe estar destinada a facilitar la construcción de esa memoria por parte del electorado mediante un relato que se mantenga siempre vivo.


Lucha cerebral


Los seres humanos tenemos tres estructuras cerebrales que influyen en nuestra conducta y se conocen como los tres cerebros: el reptiliano (supervivencia inmediata), el límbico (emociones) y el neocórtex (razonamientos). Estos tres cerebros operan a la vez, y muchas veces desafiándose entre sí.


Todavía en muchas campañas electorales se trabaja como si sólo existiera el cerebro típicamente humano, y sólo producen mensajes racionales, lógicos y argumentativos. Sin embargo, el votante castiga la frialdad intelectual y se deja guiar por la emoción.


El elector es un ser humano y, como tal, reacciona subjetivamente ante el político. Y aunque muchos quieran negar esas emociones que siente el votante ante cada político, son vitales a la hora de decidir el voto. La cantidad de emociones que puede sentir el votante ante un político no es infinita, sino que son las emociones básicas que cualquier persona puede sentir, porque están presentes en todas las culturas. El científico Paul Ekman ha identificado siete de ellas: tristeza, felicidad, ira, desprecio, sorpresa, repugnancia y miedo.


En una campaña electoral, los candidatos pueden transmitir cualquiera de estas emociones y los votantes pueden también sentirlas. Por tanto, las campañas electorales se basan más en la emoción que en la razón. La psicología política brinda la oportunidad de aplicar todos sus conocimientos para mejorar en aspectos claves para ganar una elección, sobre todos aquellos referidos a la comunicación, la persuasión y el liderazgo.

La psicología política es esencial para entender las complejidades intrínsecas del comportamiento electoral y político. Esta disciplina no sólo se enfoca en descifrar las motivaciones del votante, sino que también arroja luz sobre las decisiones, estrategias y comportamientos de los políticos.


En un entorno donde la percepción, emociones y factores psicosociales desempeñan un papel crítico en las decisiones políticas, es imperativo tener una comprensión profunda de estos elementos. Dichos conocimientos son fundamentales para navegar y actuar de manera efectiva en el paisaje político contemporáneo, dada su naturaleza cada vez más compleja y dinámica.


Por lo anterior, la implementación efectiva de la psicología política desentraña los procesos cerebrales detrás del voto y logra identificar las motivaciones, emociones y comportamientos que influyen en las decisiones políticas en el electorado.

 







 
 
 

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